Nuestra mente, en el viaje de encontrar nuevas y mejores formas de vivir, no para de evolucionar. El ser humano crea constantemente. Es una característica indisoluble a nuestra especie.
Nuestro cerebro, no solo está preparado para hallar soluciones prácticas, sino que también puede hacer uso de esta habilidad para el mero disfrute y expansión de nuestros sentidos, aumentando con ello el brillo de nuestro paisaje interno, sumando bienestar y alegría.
Cuando hay ausencia de creatividad, y puede haberla por miles de circunstancias, sentimos que algo dentro de nosotros falla, está apagado. Por decirlo de una manera muy simplista, estamos desconectados, bloqueados.
No saber qué podemos hacer para seguir avanzando resulta frustrante, pudiendo caer en el desánimo, la ansiedad e incluso en la depresión.
En esos momentos tan difíciles de nuestra vida, donde las estrategias conocidas ya no dan más de sí, nos topamos con un callejón sin salida al que yo llamo El Desafío. El desafío de mirar dentro para dar con la llave de la celda en la que nosotros mismos nos metimos.