Me gustan las tristezas escondidas debajo de las sonrisas de la gente amable. Envidio a quien puede disfrazar su mala sangre con un buen gesto. A quien es capaz de no oler a quemado aún estando hasta el cuello de fuego hambriento. Son los más valientes. Los que no te cubren de malezas ni te hieren ni te pisan ni te infectan. Porque en sus desdichas no hay culpables, sino vida que embiste, -como a todos-. Ellos saben. Son personajes intactos de miseria, seres cristalinos, almas perfectas. Sus tristezas escondidas pero tangibles, aportan esa realidad posible y sanadora. Ellos equilibran este mundo colmado de negadores constantes, de llorones. Ellos saben. También lloran, pero cuando toca, sin salpicar. Ellos rescatan.
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“Narciso”
tinta sobre papel
180x140cm
2010