Las Nuevas Constelaciones Familiares no son una terapia, sino una herramienta energética y de discernimiento a la hora de entendernos como seres sistémicos, es decir, como partes de un todo. El mecanismo de las Nuevas Constelaciones Familiares es fenomenológico y por tanto empírico. Se vive en primera persona y se sirve de una representación, donde participantes y cliente son “tomados” por una fuerza o energía que los irá dirigiendo, guiándolos hacia ese movimiento lleno de comprensión profunda y sanadora sobre el asunto en cuestión que se esté “trabajando”.
Esta representación nada tiene que ver con el teatro, donde se suplantan personajes. Aquí lo importante es aprender a dejarse llevar sin intención ni propósito distinto al de estar al servicio de Algo más Grande. Las palabras claves son Asentimiento y Aceptación, que se resumen en un “SÍ” a todo como es y a todos como son, incluido a uno mismo como es. En estas representaciones, el cuerpo entonces, se convierte en una antena receptora capaz de metabolizar y hacer llegar la energía a la parte del sistema que realmente la necesite.
Las Constelaciones son muy útiles para desbloquear, ordenar, darnos cuenta, y así tomar consciencia de aquellas trabas que nos impiden o dificultan ir hacia nuestra vida. Nos ayudan a liberarnos de las fidelidades tóxicas, de los mandatos inconscientes, de las promesas que hicimos incluso antes de entender que las estábamos haciendo. El camino de las Constelaciones es un camino filosófico metafísico, una herramienta eficaz y poderosa, sencillamente sofisticada, y precisamente por ello, paradójica. El único requisito que se necesita para poder nutrirse de sus ventajas es una disposición abierta al cambio.